¿Qué es el buen contenido?

No sólo para digital, el contenido bueno o malo no existe, existe lo que es contenido y lo que es irrelevante. El crecimiento exponencial de los recursos digitales y nuestra migración para hacer de estas plataformas nuestro principal medio de desarrollo social, hacen que antes que cualquier cosa, el contenido que circula por este medio sea en su mayoría irrelevante, o inexistente.  

Todo contenido de valor es aquel al que no somos indiferentes. Ya sea para odiarlo o no, si logró pasar por tus ojos y generarte una reacción, la pieza cumplió su cometido. Y es por ello que la respuesta a la pregunta ¿Es el contenido el eje de una estrategia? es obvia. Los odiadores del Reggaeton deberían saber que llevan años alimentando a un monstruo

Con todo esto claro, es elemental que veamos al contenido como el eje de toda estrategia digital. Nuestro objetivo al elaborar una campaña o plan de acción, está centrado en conseguir de manera sutil que los consumidores sin importar el nicho, lleguen al lugar que necesitamos y lleven a cabo las acciones que requerimos. ¿Cómo logramos hacer algo así? 

No es sencillo pero tampoco es imposible, el eje que guía la creación del contenido es estimular la empatía en nuestro público, sin importar si esta es positiva o negativa. Piensa en esto:  

En un medio infinito como es el digital, con miles de millones de marcas bombardeando con intentos de estímulo positivos a los usuarios, un porcentaje muy muy reducido es realmente relevante.  

El contenido es el eje de toda estrategia de marketing por algo simple: Una vez que tenemos definido el objetivo de nuestra campaña, toca hacer una investigación más o menos amplia de nuestro público objetivo o consumidores potenciales y una vez conociéndolos bien, elaborar un esqueleto sobre el material que necesitas crear para contactar con ellos. Al final el contenido se hace a sí mismo.  

Simplifiquemos un poco más: Si fueras Pink Floyd ¿A qué nicho de personas sería preferible llegar? Estarías haciendo música para músicos ¿Cierto? Entonces tus piezas tendrían que ser particularmente cuidadosas, complejas, hasta aburridas en algunos casos; y tu estándar inspiracional debería ser incluso superior a ti. Además, dado que ya existe una expectativa por parte del público que has logrado fidelizar, un grave error sería comenzar a replicar otras prácticas o peor aún: Replicarte a ti mismo.  

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Si alguien sabe de contenido, es Pink Floyd.

En un nivel debajo, si fueses un músico amante de esta banda inglesa y pretendieras hacerte de los mismos fans que este proyecto mantiene, tu campo de acción se vería mucho más cerrado, no sólo eso: si tuvieras la típica idea de basar tu repertorio en ideas replicadas de ellos, finalmente tu condena a la intrascendencia sería inevitable. En contenido Replicar es una declaración de irrelevancia.  

Bueno pues, transportando toda la teoría a la esfera del Marketing Digital: Sin importar que tu producto, servicio, proyecto o marca sea de primera calidad, y con un genuino valor de consumo; si tu estrategia digital está basada en contenido irrelevante, tus rutas de éxito son demasiado estrechas.  

Hablando en Digital. 

Como consumidores: El contenido llega a nosotros de una manera que no es casual, sino gracias a un amplio proceso de segmentación. Nos elige, sin embargo, nosotros tenemos la capacidad de otorgarle relevancia con base a la empatía que logre desarrollar en nosotros.  

Como marcas: Las herramientas para lograr que tu estrategia llegue a los objetivos de tu proyecto son sólidas y cada vez más eficientes. Una vez que tu objetivo es claro, y conoces a tus usuarios, el contenido hará todo por sí sólo. Por eso manda.  

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